miércoles, 15 de diciembre de 2010

DESARROLLO, ECONÓMICO, SOSTENIBLE; O LA MENTIRA DEL CAPITALISMO.


El rumbo de colisión de nuestra moderna sociedad industrial y capitalista que ahora todo lo invade, muerto el otro sistema que competía, el comunista, que también buscaba el desarrollo industrial y el bienestar material, aunque no lo consiguiese de la misma forma, amenaza dar al traste totalmente con el planeta, ya en un estado bastante calamitoso.
Los mandamases de la economía, que dirigen a los mandamases de la política siguen sin moverse un ápice, en su línea de crecimiento continuo y exponencial, pero eso si, para acallar las crecientes voces que claman por el desastre planetario, arguyen que ahora vamos a ir todos por la senda del “desarrollo ecológico y sostenible”. Y se quedan tan contentos, porque esa entelequia no les obliga a nada. Pero veamos, de una forma más concreta y detallada, qué significa el “desarrollo” y qué significa que sea”ecológico” y “sostenible”.

KIOTO EN RELACIÓN CON LOS FUMADORES.

El mayor logro “ecológico” de los últimos veinte años, ha sido el intento de poner en marcha el denominado Protocolo de Kioto, al que se opone firmemente el primer emisor mundial de humos del planeta (emite exactamente el porcentaje de la energía que consume, certificando una vez más, desde el comienzo de la sociedad industrial, que consumo energético, debido a la actividad industrial, equivale a emisiones y a contaminantes en la misma proporción). Además de la negativa de los EE.UU. a suscribir ese Protocolo, ahora parece que Rusia dice que tampoco lo ratificará e incluso su presidente ha señalado, con toda la crudeza del mundo, que a Rusia, de clima tan frío, le puede venir bien un calentamiento global de algún grado centígrado que otro. Nadie ha reclamado que se le juzgue en el TPI hasta el momento, por esas declaraciones.
El Protocolo de Kioto ha sido asumido incluso por muchas ONG’s, como un objetivo lícito, deseable y saludable para el planeta. Otros, más posibilistas y algo menos desinformados, dicen que este Protocolo intenta hacer lo que se puede, dadas las circunstancias. Hay incluso ONG’s que se han puesto a la labor de intentar que los que no quieren firmar, firmen y dedican grandes esfuerzos al asunto (y se supone que incluso obtienen algunas subvenciones por ello)
¿Y que es lo que pretendía Kioto, después de todo? Pues, a grandes rasgos, es un acuerdo, alcanzado en 1997, que pretende que el mundo emita en el año 2012 sólo el 95% de los gases nocivos y de efecto invernadero que ya emitía en 1990. Esto es exactamente igual, en todos los sentidos, que la declaración de un fumador empedernido, que hoy se fuma cinco cajetillas diarias (esto es, cien cigarrillos), y jura solemnemente que hará un esfuerzo serio y que en el año 2025 ya sólo fumará 95 cigarrillos diarios. Pero además, en el juramento hace constar que se le permitirá “comprar” humo a los que no fumen mucho y necesiten dinero. La mayor y mejor propuesta ecológica de las últimas décadas, no deja de ser una vulgar y gigantesca estafa, que ya vamos sabiendo, jamás verá la luz y que aunque la viese, no supondría mejora alguna para el lamentable y cada vez más degradado estado de nuestro planeta.
El Protocolo de Kioto no dice nada de que el fumador tenga que dejar de comprar los 5 cigarrillos menos en los 22 años que se ha dado de plazo y de encenderlos sin fumárselos.






Es más bien al contrario, sigue pensando que el sistema funciona mejor si se siguen comprando y encienden cada año un 3 ó un 4% más de cigarrillos que el año anterior; esto es, espera el imposible de que la actividad económica, industrial y por tanto, la del consumo energético del capitalismo siga creciendo lo que pueda y cuanto más mejor, pero que al mismo tiempo, se produzca el milagro de que ese crecimiento infinito no conduzca a una mayor contaminación. Las matemáticas del gráfico 2 muestran el cinismo de la propuesta. El Protocolo de Kioto parece tragarse el humo, porque nunca se ha visto crecimiento económico sin crecimiento de consumo energético y por tanto, de crecimiento de contaminación.


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