miércoles, 21 de marzo de 2012

EN ESTA ÉPOCA DE RECESIÓN ECONÓMICA ES MÁS NECESARIA QUE NUNCA UNA RENTA BÁSICA UNIVERSAL DE CARACTER SOCIAL.


La Red de Renta Básica cumplió en febrero once años de andadura. Sus planteamientos están calando en la sociedad y, al contrario de lo que pudiera pensarse en este momento ante la falta de disponibilidad económica entre las administraciones, es «más necesaria que nunca». Daniel Raventós cree que nuevas organizaciones como Bildu o el 15-M generarán debate en torno a esta iniciativa.
Daniel Raventós (Barcelona, 1958) preside la Red Renta Básica, integrada en la Basic Income Earth Network (BIEN). Doctor en Economía y profesor titular en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, ha pasado por Bilbao para, entre otras cosas, presentar en Euskal Herria el libro «La renta básica en la era de las grandes desigualdades», de la editorial Montesinos, elaborado junto con David Casasas y con la colaboración de otros autores y defensores, como el que suscribe, de la renta básica.
La Red de Renta Básica cumplió once años en febrero, ¿qué ha pretendido con el nuevo libro?
Como asociación cumplimos once años. El nuevo libro es una puesta a punto de la renta básica en la actualidad, teniendo en cuenta que la situación económica y social ha cambiado desde hace casi cuatro años.
Hablamos de la era de las grandes desigualdades, porque justamente la crisis ha acrecentado más las desigualdades entre una minoría ultra-rica y la inmensa mayoría de la población empobrecida. Tocamos la crisis y hablamos del incremento de la incidencia de las enfermedades mentales. Organismos internacionales ponen en evidencia ese aumento debido a la depresión. Hay más suicidios, Grecia es un ejemplo.
¿En un escenario de crisis es posible poner en marcha la renta básica universal, cuando en la época de bonanza no se quiso hacer nada desde las administraciones?
Es verdad. Políticamente, para los aires que corren, la renta básica es más difícil de poner en práctica, pero es precisamente más necesaria. La situación económica y, por tanto, social que está provocando la crisis está llevando a muchísima gente a la pobreza y a la miseria.
Mucha gente no pensaba hace dos o tres años que iba a sufrir el paro o la pobreza, pero ahora son sujetos o clientes, si se quiere, de Cáritas, por decirlo de alguna forma. Es ir más contra la corriente, en lo político, pero desde el punto de vista social es más necesario. Otra cosa es que las medidas que se están adoptando en materia económica nos están hundiendo más. En el libro, el mexicano Pablo Yanes, entre otros, una de las cosas que escribimos es que la renta básica generaría un incremento de la demanda y sería una medida no procíclica, mejoraría la actividad económica, sin duda.
¿La propuesta de renta básica universal tiene un apoyo creciente en estos once años?
Si nos retrotraemos a 2001 no podemos hablar de una línea ascendente. En los 4 o 5 años iniciales había más movimiento. En 2003 o 2004 se discutió en el Parlament de Catalunya. Ya dijimos entonces que no nos podíamos animar demasiado, porque sabemos lo que ocurre con las modas.
El PSOE en la oposición veía con simpatía la propuesta, pero llegó al Gobierno, y se olvidó. Creo que el apoyo a esta iniciativa ha sufrido unos dientes de sierra, pero es algo natural. No obstante, creo que es necesaria, más en esta época de crisis.
En el Congreso español se creó una subcomisión, pero no hizo nada…
Es así. Se aprobó por unanimidad. Digo unanimidad, porque la derecha vasca, catalana y española sabían que salía por mayoría del resto. La apoyaron para que en la fase de discusión, según decían, pudieran desmontarla y trasladar la idea de irracionalidad de la misma. Estalló la crisis y nadie puso en marcha esa subcomisión que se creó hace tres o cuatro años.
¿Generó expectación?
Sí, fue una lástima. En ese tipo de encuentros se pueden pedir datos, estudios y podríamos haber obtenido muestras representativas de las declaraciones de IRPF para poder estudiar la extensión de la renta básica. En Catalunya lo hicimos, tras analizar 200.000 declaraciones de la renta.
¿Se demostró que era factible esa medida?
Así es. Al principio nos quedamos extrañados. Hicimos un estudio a fondo hace 6 ó 7 años en el que se concluía que se podía financiar una renta básica de 7.400 euros anuales para los adultos y 4.700 euros anuales para los menores de 18 años. Esa cantidad era similar entonces al salario mínimo interprofesional (SMI) en 12 pagas, no en 14. Los recursos se conseguían mediante la reforma del IRPF y las asignaciones monetarias desaparecían, no las de Seguridad Social y de la Enseñanza pública, por ejemplo. Colocamos el tipo marginal del IRPF en el 49%.
No era descabellado. En Estados Unidos hace más de 30 años los más ricos pagaban hasta el 85% en impuestos. Si actualmente alguien lo propone en la UE casi va a la cárcel. Estados Unidos nunca había conocido una etapa de tanta prosperidad. Las desigualdades no eran tan bestias como en este momento.
¿Qué hace falta para conseguir poner en marcha la renta básica universal?
Dos cosas, que organizaciones nuevas como Bildu y movimientos como el 15-M, que ha tenido su importancia para remover alguna conciencia, se interesen y apoyen su puesta en marcha. En el último simposio de la renta básica que celebramos en Barcelona en noviembre pasado participó el diputado foral de Bildu de Gipuzkoa, Ander Rodríguez, y también representantes del 15-M. Estuvieron en el debate. No tenemos todos la misma concepción de renta básica, pero sí muy parecida.
¿A qué se refiere?
La idea esta de garantizar la existencia material a toda la ciudadanía, dada la situación social actual, al menos entre personas con sensibilidad social, va calando, lo mismo que la idea de que uno no puede ser libre si no tiene la existencia material garantizada. Por eso mismo, un pobre no puede ser libre. Esta concepción va calando y creo que seguirá tomando fuerza, más en esta crisis.
¿Si hubiera estado en marcha, el efecto de la crisis en la población hubiera sido menor?
Por supuesto, como mínimo hubiera sido, al menos, para los sectores más vulnerables un auténtico colchón, porque tendrían la existencia material garantizada. No eludo las críticas que genera una renta universal a cada persona por el hecho de serlo. Por ejemplo, en mi Facultad de Economía y Empresa en la Universidad de Barcelona muchos de mis colegas dicen de la renta básica que serviría para mantener a parásitos. O que la gente no trabajaría asalariadamente, cuando estudios empíricos existentes invitan a utilizar esas medidas por lo contrario.
Otra crítica, que se utilizó mucho, es ¿cómo se le va a entregar la misma cantidad al hijo del presidente del BBVA, por ejemplo, que al de un obrero o un parado? ¿Qué opina?
La confusión está en pensar que todo el mundo recibe la renta básica sin tocar nada. El presidente del BBVA, o su hijo, debería pagar muchísimo más en materia de impuestos. Claro. Se puede resumir en que la renta básica la recibe todo el mundo, pero no todo el mundo gana. Los pobres ganan, los ricos pierden. En realidad, la renta básica financiada con una reforma del IRPF, entre otras cosas, sería una gran redistribución de la renta. Por supuesto, los ricos seguirían siendo ricos, a falta de otras medidas, pero la desproporciones de renta entre la población serían diferentes.
En Alaska existe algo parecido a la renta básica ¿verdad?
En Alaska cuentan con una renta básica desde hace 30 años, financiada de una manera especial con el petróleo y otras medidas. Desde mi punto de vista, la iniciativa de Alaska no es exactamente igual a lo que proponemos, pero sí ha conseguido que la distribución de la renta de Alaska haya sido muy diferente a los restantes 49 estados de la unión, de Estados Unidos.
Los resultados son tan positivos que nadie se atreve a pedir que la renta básica se suprima. Un profesor universitario de Alaska me decía que si alguien dice lo contrario, tendría que salir huyendo por el estrecho de Bering. En México DF pasa algo parecido con una pensión básica para los mayores de 68 años. La derecha se opuso hace ocho años, pero los resultados han sido tan positivos que ya nadie se atreve a retirarla. Sin duda, la renta básica permitiría un poder de negociación en distintos órdenes de la vida.
¿Qué reto se marca para estos próximos años?
Seguir intentando que la renta básica sea una medida conocida por buena parte de la población. Es más conocida que hace ocho o nueve años, pero la mayoría no la conoce o la confunde con una renta para pobres. Insisto en que organizaciones políticas como Bildu o el movimiento 15-M las vayan asumiendo elevará su importancia. En Europa se va a impulsar una iniciativa legislativa popular. Bueno, allí se llama de otra manera, pero va a generar expectación y va a traer el debate a primer plano.
Usted pide impulsarla ante la crisis, pero los gobiernos se empeñan en recortar las iniciativas de apoyo social, ¿qué le parece?
Cada vez estoy más convencido de que acabaremos ganando. Evidentemente habrá muchas desgracias por el medio, lo que algunos economistas dicen, no precisamente radicales y no los mejores, como Joseph Stiglitz y Paul Krugman, es que se necesita no reducir el déficit, sino generar un déficit como nunca y durante muchos años, justamente lo contrario de lo que se está haciendo. Las medidas que se están proponiendo son un desastre y, al margen del debate de la renta básica, nos llevan a una profundización de la crisis.
¿Hay luz al final del túnel en esta materia?
Sí, a corto plazo no creo, pero sí a medio plazo. Porque iremos ganando en la transmisión del discurso de la renta básica. No dejo de pensar en que algún día sea una parte fundamental. Porque, en realidad, es una alternativa para la inmensa mayoría de la población pobre. No me refiero a pobre con la definición de la UE, que lo define como el que tiene menos del 50% de la renta per cápita, sino que me refiero en el sentido republicano clásico a aquel que no tiene la existencia material garantizada, es decir, la inmensa mayoría de la población, que depende de otros para vivir. Que tiene que pedir permiso para vivir.
¿Es optimista?
Optimista racional, porque tenemos que ir avanzando para conseguir esa meta.

lunes, 5 de marzo de 2012

LA URGENTE NECESIDAD, EN BENEFICIO DEL PUEBLO, DEL ADVENIMIENTO DE LA III REPÚBLICA.



El juego está cada vez más claro. El capital y los gobiernos monárquicos a su servicio utilizan la crisis estructural de un capitalismo sin salida como coartada del crimen que están perpetrando contra la clase obrera y los pueblos.
Lo único bueno que tienen las crisis del capitalismo es que las máscaras encubridoras caen a plomo. Sólo quienes no quieren ver pueden ignorar que el engranaje institucional que nos viene gobernando desde la transición, con la monarquía corrupta y heredera del traidor Franco a la cabeza, es el que asegura a través de los diferentes gobiernos la reproducción de los intereses de las mismas clases dominantes de la Dictadura.
La corrupción se expande y los grandes empresarios continúan engordando sus beneficios mientras avanza el cierre de empresas, la concentración de capital, los despidos masivos y la liquidación de todo tipo de derechos sociales y laborales. Quienes se han enriquecido a manos llenas con la explotación salvaje y la especulación han generado una monumental deuda privada que con la complicidad del PPSOE han transformado en deuda pública. Pretenden que la paguemos las trabajadoras, los trabajadores y las clases populares.
Los datos recientes son abrumadores: 180.000 millones de euros de fondos públicos puestos a disposición de la banca privada en 2010; y medio billón de euros por el BCE en fecha reciente.
Decenas de miles de millones de euros más irán a sufragar una nueva recapitalización de la banca y la privatización de las Cajas de Ahorros.
El fraude fiscal del capital asciende, al menos, a 90.000 millones de euros anuales y equivale a una vez y media el gasto sanitario público total. Mientras, los impuestos que pagamos los asalariados sufragan el 85% de los gastos del Estado.
La deuda militar, producto de la compra del más sofisticado armamento utilizado para masacrar a pueblos como el afgano o el libio a las órdenes de la OTAN, asciende a más de 30.000 millones de euros. Por si fuera poco, Zapatero y Rajoy nos dejan de recuerdo el escudo antimisiles y nos coloca en la 1ª trinchera de la OTAN contra los pueblos árabes.
Seis mil millones de euros salen cada año de las arcas públicas para la financiar a la iglesia católica y a todas sus estructuras sociales y educativas, que no han recibido recorte alguno.
Frente a todo ello: Más de cinco millones de personas están en paro sin esperanza de encontrar empleo. Millón y medio de trabajadoras y trabajadores no tiene seguro de desempleo.
Casi un millón y medio de familias tienen a todos sus miembros sin trabajo.
El paro entre la juventud supera al 50%.
Más de cuatro mil familias son desahuciadas mensualmente.
Más de la cuarta parte de la población está en situación de pobreza, especialmente la juventud, las mujeres y los emigrantes. El suicidio es ya la 1ª causa de muerte no natural en el Estado, por delante de los accidentes de tráfico.
Salvajes recortes degradan la educación y la sanidad públicas mandando a miles de trabajadoras y trabajadores al paro. Mientras tanto se privatiza a manos llenas y se financia con presupuesto público a las empresas privadas, además de desgravar fiscalmente a quienes utilizan servicios privados.
El expolio a que nos están sometiendo, y que no ha hecho más que empezar, tiene proporciones dantescas mientras llegan los datos del latrocinio: los ingentes repartos de beneficios de las empresas privatizadas, de las jubilaciones millonarias de sus ejecutivos y del robo de dinero público por parte de empresarios y políticos con la complicidad de los gobiernos de turno.
El caso de la casa real es emblemático. Además de recibir 25 millones de euros anuales pagados por todos nosotros, la monarquía borbónica asesina exhibe una fortuna de 1.800 millones de euros que la sitúa en el sexto lugar entre las mayores de Europa. Es evidente que su origen es producto de los más oscuros negocios amasados en la impunidad con que la ley les ampara. Los millones robados a la hacienda pública por la infanta Cristina y su marido son sólo la punta del iceberg del pillaje de una casa real que detenta la máxima magistratura del Estado por designio del mayor criminal que ha conocido nuestra historia.
Es hora de que los pueblos nos arranquemos la venda de los ojos, miremos cara a cara a quienes de la mano de las instituciones del gran capital europeo e internacional – el FMI, la UE y el BCE – nos están condenando, a nosotros y a las generaciones venideras, a la barbarie. El capitalismo no ofrece otra salida a la clase obrera y a los pueblos que el paro masivo, la explotación más salvaje y la aniquilación de los derechos y prestaciones sociales tan duramente conquistadas.
La reforma de la Constitución llevada a cabo por el gobierno del PPSOE, con el apoyo de las derechas nacionalistas, pisoteando cualquier resto de soberanía popular, no deja lugar a dudas. Establece la prioridad absoluta del pago de la deuda y de sus intereses sobre cualquier otra partida de gasto: las prestaciones por desempleo, las pensiones, la sanidad, la educación, etc.
En el Estado español la construcción del futuro empieza por el derrocamiento de una monarquía que, además de representar la herencia del franquismo, es la clave de bóveda que sustenta el engranaje de la dominación del capitalismo más corrupto sobre la clase obrera y los pueblos. Es, además, la garantía de la supeditación del Estado español a la estrategia expansionista del imperialismo.
No cabe la menor duda de que el nuevo gobierno del PP, al igual que los gobiernos de banqueros impuestos en Grecia e Italia, se aprestará – con mano dura, si cabe – a profundizar en las medidas de recortes y privatizaciones que el PPSOE ha emprendido.
Sólo la articulación de las luchas puede ofrecer una salida diferente a la que nos preparan. El malestar es creciente y la movilización social está tomando las calles, pero hay que seguir avanzando. Es necesario construir una alternativa política. Es preciso que las luchas obreras y las del movimiento popular se unifiquen en torno a un programa común. La propuesta republicana incluye la derogación de la constitución monárquica, antidemocrática y capitalista de 1978, el ejercicio del Derecho de Autodeterminación de los pueblos, la negativa al pago de la deuda, la expropiación de la banca y de los grandes monopolios, la reforma agraria, la exigencia de una cobertura social para todas las personas desempleadas, la construcción de servicios únicos y públicos de sanidad y educación, la igualdad real entre hombre y mujeres, un Estado laico, el fin de la impunidad para los crímenes del fascismo, y la salida de la OTAN.
La democracia sólo puede ser participación en la toma de decisiones y soberanía popular, radicalmente incompatibles con una monarquía.
La única esperanza de futuro será la que construyamos con la juventud, las trabajadoras, los trabajadores y los pueblos, asumiendo la responsabilidad, más acuciante que nunca, de tomar las riendas de nuestra historia. La democracia sólo puede ser participación en la toma de decisiones y soberanía popular, radicalmente incompatibles con una monarquía.
Solamente encontraremos la fuerza y la inteligencia necesaria para ello si reanudamos el hilo de la historia que tanto esfuerzo han puesto en truncar desde la Transición: el ejemplo de las generaciones precedentes que supieron arriesgar la juventud y la vida en la tarea histórica, aún pendiente e inaplazable, de barrer a la monarquía borbónica y de arrancar el poder de las clases que vampirizan el futuro y la vida de los pueblos.