miércoles, 23 de junio de 2010

LOS BORBONES SIGUEN TORTURANDO A LOS DISIDENTES DE LA IDEOLOGÍA MONARQUICA-FRANQUISTA.



  Todavía sacudido por el trauma de que la Ertaintza me muela a palos por gritar Viva la República, y ahora me denuncie por “desórdenes públicos.Trato de comprender lo sucedido y quiero compartir mis reflexiones con los que me habéis arropado desde horizontes muy distintos.
      Tratando de interpretar el nerviosismo represivo de algunas instituciones, me pregunto si no tendrá que ver con la tensión actual en los centros de poder internacionales y en particular europeos. Temen el “polvorín” de la revuelta contra los planes de ajuste. Decía el Economist: “nadie puede estar del todo seguro de qué ocurrirá primero: el crecimiento económico o la rebelión social”.
Enfrente, constato un impulso espontáneo. Los que en la calle secundaron los gritos de protesta e increparon a la policía que me golpeaba. A continuación la solidaridad, ante todo entre mis compañeros de sindicato y de partido. ¿No estamos ante un reflejo de autodefensa de la población trabajadora? También abajo hay tensión, hay una situación de alerta por las terribles amenazas que pesan sobre la mayoría social. Es una predisposición a la movilización que interpela a cuantos la representamos.
     Hay, en efecto, un agudo conflicto social. Los medios de comunicación que me condenaron sin defensa repiten que el ajuste es indispensable y que el gobierno es culpable de no haberlo hecho antes. Pero la mayoría social no acepta la nueva deriva que fuerzas ajenas están imponiendo a nuestros gobiernos.
Porque sabemos lo que el FMI ha hecho en otros continentes. El ajuste sin fin significa hundir las economías, desmantelar las administraciones y servicios públicos, mutilar todo lo que sea democracia. ¿Quién puede aceptar que hundan las viejas naciones europeas, referencia de civilización y progreso para los pueblos del mundo? ¿Qué socialista puede aceptar que entren a saco en el Estado de Bienestar? ¿Qué socialista puede renunciar a todo aquello sobre lo que se fundan, y lo largo de décadas de lucha han representado, las organizaciones sindicales y socialistas.
     Estamos en una encrucijada de la lucha por la democracia. Para desbaratar la resistencia en nuestros pueblos, en nuestro movimiento obrero, en las organizaciones, intentan anular todos los mecanismos democráticos. Sustituir la democracia por el consenso que ata a nuestras organizaciones a los dictados de los poderosos, como si compartiésemos los mismos objetivos. Quieren eliminar la libertad de expresión: hay que gritar Viva el Rey, si gritas Viva la República estás perturbando el orden público. Desórdenes públicos llamaba la dictadura a las manifestaciones populares.
Como sindicalista resiento particularmente la ofensiva contra la libre negociación colectiva. ¿Qué trabajador consciente puede tolerar que el FMI reclame la destrucción de los convenios sectoriales, es decir, convertir los sindicatos en organizaciones marginales o correas de transmisión de los banqueros? En las márgenes del Nervión, como en toda España, nuestra gente luchó durante 40 años por conquistar la libertad sindical.
    La familia Borbón es miembro destacado del club Bilderberg que se reúne estos días en Sitges. Una red de especuladores dirigidos por banqueros norteamericanos, que pretenden imponer su ley a todos los gobiernos.
      Pero sobre todas las cosas buscan que las organizaciones obreras y socialistas se hagan complices de sus planes y abandonen su razón de ser, la transformación progresista de la sociedad, impidiendo así que los trabajadores y la mayoría social de progreso tengan herramientas para defenderse. La primera víctima de esos planes será el Partido Socialista si sigue sometiéndose.
      Por eso muchos socialistas vemos con preocupación como una parte cada vez más importante de nuestra base social se aparta del Gobierno y del partido y como entre la mayoría social se abre camino la exigencia de huelga general ante la negativa de nuestro Gobierno a rechazar los planes que imponen los mismos que han provocado la crisis. No podemos hacerles responsables de que no encuentren otro camino, pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados. Es nuestro partido lo que está en juego.
Estoy convencido de que hay una alternativa al pensamiento único del FMI, del Vaticano y de Bilderberg : la vuelta a los valores sociales y democráticos del socialismo. Recuperar las tradiciones de libertad y democracia del movimiento obrero. Apoyarse en nuestra base social para hacer frente a los que exigen que nos inmolemos en el altar de la especulación.
Decir NO a su ajuste, a sus mordazas, es el punto de partida para salvar la civilización, los derechos y las organizaciones que generaciones enteras han construido para hacerlos progresar.
     El socialismo nunca fue vasallo. Reivindica la Europa de la Revolución Francesa y del movimiento emancipador de los trabajadores. Es la fraternidad entre los pueblos del Estado español, unidos contra el franquismo y sus herederos, contra las tiranías viejas y nuevas.
Estoy convencido que el socialismo, republicano, puede aglutinar y movilizar inmensas energías de la juventud, de la mayoría social y regenerar nuestro partido poniéndolo al servicio de sus intereses.
Durante varios años hemos escrito cartas a Zapatero, a iniciativa de Tribuna Socialista de la que formo parte. Le invitábamos a apoyarse en la mayoría social para satisfacer sus aspiraciones y enfrentarse a las presiones de los banqueros y de Bruselas. Ahora, en esta encrucijada, hemos de escribir una carta a todos los socialistas, a todos los que comparten nuestros valores de emancipación social y libertad. Hay que decirles: confiemos en las fuerzas de la mayoría social. Los derechos que hemos conquistado en 170 años de lucha de los trabajadores no están condenados. La voluntad de la mayoría no puede ser suplantada por la ley de los especuladores, de las Bolsas.
Para salir de la actual crisis, económica, social, política e institucional, necesitamos más que nunca la democracia: no al gobierno del FMI y de sus adláteres de Bruselas. Liberemos a nuestras organizaciones obreras y socialistas de la dictadura de los especuladores para imponer con ellas la soberanía de los pueblos del Estado español, unidos a los trabajadores y pueblos de Europa .
¿No tenemos razón para gritar “¡Viva la República!”?
Koldo Méndez
Militante socialista vasco

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