miércoles, 6 de febrero de 2013

¿POR QUÉ NO HAY UNA REVOLUCIÓN SOCIAL EN ESPAÑA A CAUSA DE LA INEPTITUD DE LOS GOBIERNOS Y DE LA MONARQUÍA CORRUPTA?.


Como si se tratara de un impetuoso tsunami, el pesimismo está arrasando a toda la sociedad española. Según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del pasado mes de diciembre, el 60% de las personas consultadas asume que la crisis tiene aún mucho trecho por delante. Pero eso, sin embargo no es lo peor. Los ciudadanos consultados llegan aún más lejos. La mayoría de ellos tienen la convicción de que en el curso del próximo lustro se producirá en España una auténtica catástrofe.
La percepción de la ciudadanía consultada por el CIS es muy clara: aumentarán las dificultades para poseer una vivienda, se acrecentaran las diferencias sociales, se incrementará el número de personas sin hogar. Una gran mayoría, tiene la convicción de que la calidad de la asistencia sanitaria caerá en picado, y que los servicios básicos de lo que hasta ahora han denominado “Estado del bienestar” se esfumarán.
El 60,9% de los encuestados que se encuentran en situación de desempleo consideran que no tienen ninguna posibilidad de encontrar un trabajo a lo largo del año 2013. Sólo un 30% de los desempleados preguntados auguraron que podrían conseguir un trabajo en el curso de los próximos 12 meses.
Pero el pesimismo social no sólo cunde en las filas de quienes no reciben un ingreso mensual a cambio de su trabajo. El 16,9% de aquellos que siguen trabajando apuntan como algo “probable” que en el curso del 2013 puedan perder su empleo. El 5% de ellos lo considera “muy probable“.
Como réplica, el 13,3% de los españoles tiene esperanzas de que la situación mejorará, frente a un 50% que estima que el próximo año nos encontraremos aún peor. En relación a cómo nos encontrábamos hace un año, el 72,6 opina que la situación económica ha empeorado.
¿ POR QUÉ NO SE PRODUCE, ENTONCES, UNA REBELIÓN SOCIAL?
Al analizar estas cifras, diríase que una buena parte de los habitantes del Estado español han asumido con resignación la situación existente. Lo cual proporciona un diagnóstico realmente alarmante, pues nos sitúa ante una perspectiva en la que los actores sociales no articulan voluntad alguna de cambiar la realidad que los machaca. Tal actitud ha sido históricamente característica de aquellas sociedades que, sufriendo enormes presiones provenientes del poder y de las clases sociales hegemónicas, dan salida a ese sufrimiento a través de explosiones sociales espontáneas, que frecuentemente concluyen sin mayores consecuencias.
El estado de ánimo que hoy domina al conjunto de la sociedad española es la expresión de un largo vacío político y organizativo que se ha prolongado durante los últimos treinta y cinco años. A lo largo de más de tres decenios esta sociedad , y particularmente sus generaciones más jóvenes, no han encontrado referentes políticos ni sociales que los ayuden a interpretar ni la realidad social que estan viviendo, ni los precedentes históricos que los han conducido hasta la situación actual. Ya son dos generaciones las que afrontan inermes, sin instrumentos de análisis, sin herramientas para la acción, una crisis sin precedentes en la historia del Estado español. Y aunque ahora con cierta lentitud, miles de jóvenes empiezan a romper con la atonía política precedente, a cuestionar al sistema político y económico resultante del llamado “consenso de la Transición”, el conjunto de la ciudadanía, incluida la clase trabajadora, continúa refugiándose en el fatalismo de la resignación como única alternativa a sus males presentes. No atisban, en suma, ningún horizonte de cambio , ninguna perspectiva movilizadora que abra la esperanza de una sociedad nueva.
Los asalariados no se aperciben, tampoco, de su poder como clase, de su capacidad para ser sujeto determinante de los cambios que reclama dramáticamente el momento presente. No es esta una situación nueva, sino una sensación de incapacidad inducida tan vieja como la historia. Gracias a ella las clases sociales menos numerosas han podido ejercer durante siglos su dominio omnipotente sobre las clases mayoritarias.
Tampoco es la consecuencia de una especial idiosincrasia de las actuales generaciones, como pretenden argumentar algunos. Quienes alcanzaron su uso de razón después de desaparecido el dictador, no solo heredaron la desmemoria programada sobre las luchas y horrores del pasado, sino que también se les impuso cuál debía ser el régimen político del futuro. Todo ello formó parte del paquete de compromisos contraído entre las cúpulas de los partidos de izquierda y los representantes del heredero del Dictador y de su dictadura, el rey Juan Carlos I. Reprocharles, pues, a los más jóvenes su actual desorientación política es, además de una injusticia histórica, una incalificable expresión de cinismo.
La razón de las presentes debilidades es preciso encontrarlas - además de en otros factores que no vienen ahora al caso - en la traición de los sindicatos y organizaciones políticas que tenían como cometido el cuestionamiento permanente de un sistema caduco cuyo destino ha debido ser siempre su destrucción. Lejos de ello, quiénes ostentaban formalmente la representación de las clases trabajadoras se integraron progresivamente en él, legitimando de esa forma su existencia. ¿Cómo se va esperar hoy que los asalariados tengan una percepción clara sobre quiénes son sus enemigos de clase? ¿Con qué derecho se va a exigir que amplios sectores sociales comprendan que el sistema político y económico vigente no es más que una continuidad del que lo precedió? Recuperar el nexo con el pasado que quebró la Guerra Civil y los casi cuarenta años de dictadura que le siguieron es un camino que está todavía por recorrer.
En la historia, como en la vida personal, las renuncias de ayer terminan, tarde o temprano, pasando inexorablemente la factura. Y esa es la que hoy todos estamos pagando.

martes, 8 de enero de 2013

"AUNQUE NO LO VÍ NI OÍ, POR EL DISCURSO DEL BOBÓN, PERDÓN, BORBÓN ME HE HECHO MONÁRQUICO DE TODA LA VIDA"



Me ocurrió ayer, señor doctor. Sin verlo en la tele. De repente y sin mediar fiebres ni calenturas, me hice monárquico de toda la vida. Ya solo me apetece matar elefantes y osos borrachos y detener extraños golpes de estado -en el que el Borbón fue el ideologo- con un discursillo. Creo que es grave. No sé si está esto en su mano, pero yo preferiría cambiar mi patología por cualquier otra enfermedad incurable y fulminante. Pues esto de hacerse monárquico de toda la vida no solo te enfurcia el futuro, sino que te deja sin un pasado razonable. Muérame usted de otra cosa, señor doctor, que estoy que me aflijo y me aflojo. Supongo que es lo que ustedes llaman una enfermedad coronaria. Que me lleve ya.
¿Que cómo empezó? Anda usted tonto, señor doctor. Preocúpese menos de las bacterias y más de la tele. Empezó anoche. Zapeando. ¿Sabe usted lo que es zapear? Saltar de estupidez en estupidez hasta lograr la paz lobotómica. Y entonces lo vi a él: a Jesús Hermida. Y después al otro él: a don Juan Carlos I de Borbón y dos Sicilias. Conversando. Y entonces dijo mi rey: “Aun nos falta por conseguir una España más igualitaria”. A él, a quien yo hasta ahora acusaba de haber contribuido solo a crear una España más igualita (a la de Franco) que igualitaria, le escuché la dicha frase. Y solté una carcajada feliz. Y, desde entonces, con cariño, le llamo a mi Juanito Su Graciosa Majestad. Porque es gracioso. Porque me hace reír. Pero aun mi enfermedad estaba en fase incubacionista, y malicié, aunque solo un poco, que un rey que desea ser igualitario lo que no quiere es ser rey. Lo que quiere es ser igual. O sea que nos hacen a todos reyes o al rey le nombran parado, porque en esta España ya no queda casi término medio.
Después, entre sus logros, apuntó mi Juanito el irrefutable hecho de que “hemos ganado la libertad y el bienestar de los españoles”. Cierto es, alegarán los recalcitrantes, que pocas horas antes de esta encantadora entrevista de contrastado rigor periodístico, dos hombres se habían quemado a lo bonzo en Málaga. Hay gente que encuentra el bienestar quemándose a lo bonzo, sobre todo ahora en invierno con el frío. Y además estaban disfrutando de su libertad para no vivir.
En un gesto de elegancia profesional que no le honra, Jesús Hermida no preguntó a Juan Carlos por las imputaciones contra Iñaki Urdangarin. Entre caballeros nunca se habla de embutidos, salvo para pronunciar algún que otro chiste presuntuoso y soez. Los chorizos que se le sirven a la realeza y al resto del pueblo igualitario son exquisitos, pero no por ello más importantes que, por ejemplo, la invertebrable unidad de España. De la que sí que hay que hablar. ¡Cómo preocupa la unidad de España a los seis millones de parados! En las colas del INEM, que habitualmente frecuento después de escribir este tipo de columnas, no se habla de otra cosa.
Pero cuando mi monarquismo de toda la vida alcanzó su fase aguda e irreversible, cuando los sarpullidos invadieron mi epidermis en forma de coronas y de caritas de Franco, fue cuando el rey nos tranquilizó asegurando que su hijo Felipe es un fulano de “una gran honestidad intelectual”. No anduvo presumiendo de que fuera muy listo. Ni de que sea muy honesto. Combinó las dos cosas. No dijo “altura intelectual”, ni “honestidad manifiesta”. No. Dijo “honestidad intelectual”. Hitler, por ejemplo, también poseía una enorme honestidad intelectual: era absolutamente honesto a la hora de vindicar sus ideas o creencias. Stalin, igual.
A mí esto de la honestidad intelectual del príncipe me da, por tanto, entera confianza. Y por eso ayer me hice monárquico de toda la vida, señor doctor.¡Suélteme la cartera, Sr. Doctor!

martes, 4 de diciembre de 2012

¿POR QUÉ LOS MONÁRQUICOS QUIEREN ARRUINAR AL PUEBLO?: PORQUE QUIEREN VOLVER A LA ÉPOCA MEDIEVAL, AL DERECHO DE PERNADA Y A LA ESCLAVITUD DE LOS CIUDADANOS, UTILIZANDO COMO INSTRUMENTO LA ECONOMÍA DE MERCADO, CAPITALISTA Y ABERRANTE, Y UNA JUSTICIA MONÁRQUICA DEL PRIVILEGIO.


La soberbia de los monárquicos es de tal calibre que, considerándose de sangre azul, quieren volver a los tiempos pretéritos del servilismo, el vasallaje, la humillación y el sometimiento de los ciudadanos. Antes mediante el uso de la fuerza de las armas, ahora mediante el mercado impuesto por los monárquicos capitalistas que con la fuerza de las armas manejadas por los jueces monárquicos, desahucian los bancos a los ciudadanos que previamente son engañados por una pléyade de abogados corruptos al servicio de los capitalistas que cifran toda su existencia en la avaricia y la codicia; son sádicos que les da placer hacer y ver sufrir a sus congéneres, es propio de los capitalistas. Es tal el nivel de codicia y avaricia que, antes de que los que someten, por la fuerza de las armas y un ordenamiento jurídico injusto, a la miseria obligándoles a buscar alimento en los contenedores de basura, impiden por cualquier medio que, alimentos en buen estado para ser consumidos que depositan en los contenedores de basura, les impiden cogerlos incluso poniendo candados en los contenedores o destruyendo los embases previamente para que no puedan ser utilizados o consumidos.
Es en esencia las leyes inhumanas del capitalismo, donde lo que prima para los capitalistas es el beneficio a costa, incluso, de la muerte de ciudadanos a los que previamente han explotado durante muchos años de duro trabajo y, el sistema impuesto por la fuerza de las armas manejadas por jueces monárquicos privilegiados, los ha desahuciado sin dejarles un mísera renta básica universal con la que poder cubrir sus necesidades.
El neoescalvismo capitalista se nos presenta en defensa de la libertad. Agentes libres que deciden según su capacidad de intervención pública -el dinero-, lo que comprar o donde trabajar. Son libres de despedirte o de ofrecer paupérrimas garantías y tú eres libre de marcharte o de no aceptar esas condiciones. Todos somos libres para convertirnos en siervos, cuando la parodia de la vida simulada transcurre entre pozos de consumo y la desesperación se viste de cinismo y miedo.
Al esclavo le aseguraban un techo -las infames ergástulas- y la manutención, pero en su versión renovada esto no se incluye. El neosclavismo capitalista EXIGIR UNA RENTA BÁSICA y no un trabajo precario, porque necesitamos reinventar las formas de protegernos contra los vaivenes del mercado capitalista injusto y caótico. Apropiarnos del tiempo y su riqueza para garantizar la vida en lugar de la renta y deuda financiera. La defensa de la democracia y el sostenimiento de la vida se ubican hoy más que nunca, en las antípodas del capitalismo.
La gota que colma el vaso de agua de la aberración de los capitalistas que solo buscan beneficio a costa de la sangre de los ciudadanos, es que, el Banco Central Europeo (BCE) concede prestamos a intereses por debajo de 1% a los bancos privados en el mercado primario de divisas, en lugar de hacer esos préstamos directamente a los Estados. Y, los bancos privados que obtiene esos préstamos a esos intereses tan bajos, pueden comprar deuda pública de los estados, pero a intereses cinco o seis veces más altos, con lo que, el BCE en lugar de favorecer que los Estados obtengan dinero a bajo interés, favorece el enriquecimiento de los bancos privados que, además, éstos, no prestan dinero permitiendo el crédito a los ciudadanos, sean pequeñas o medianas empresas, autónomos o familias. Lo que en definitiva es someter a los ciudadanos, al pueblo, y nunca mejor dicho, por la fuerza de las armas, pues no olvidemos que esa fuerza está a las ordenes de los gobiernos y jueces monárquicos privilegiados, para que trabajen, esclavizadamente, para los capitalistas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

LAS MENTIRAS DEL GOBIERNO MONARQUICO EN EL PRESUPUESTO DEL MINISTERIO DE DEFENSA DE ESTA MONARQUÍA CORRUPTA. EN SUS CUENTAS NO APARECEN LOS GASTOS QUE OCASIONA EL BORBON EXTERNOS A SU PARTIDA PRESUPUESTARIA, COMO TAMPOCO LOS GASTOS QUE LE IMPUTAN A OTROS MINISTERIOS Y QUE NO ESTÁN EN EL PRESUPUESTO DE DEFENSA.


La aritmética es una ciencia exacta, pero los números cada uno los hace bailar a su manera. Esto es lo que pasa con las cuentas del presupuesto de Defensa: en los últimos cuatro años, el Gobierno nos ha presentado un presupuesto con unos números que representan un descenso respecto al año anterior. Luego, en el transcurso del ejercicio, esas cifras se han visto ampliadas con aportaciones extraordinarias, y al finalizar el ejercicio, acaban con un incremento que, según el año, oscila entre un 15% y un 20%, y que en el último decenio han supuesto un promedio de 1.400 millones de euros anuales.
Este mismo año 2012 se han superado todos los récords, se ha concedido un crédito extraordinario de 1.827,7 millones para pagar los Programas Especiales de Armamentos (PEAs), los cazas Eurofigther, los blindados Leopardo y Pizarro, los diversos buques militares, los helicópteros Tigre y NH-90, y así hasta 19 programas de armas. Pero, además, se han suplementado otras partidas, como es el caso de las operaciones militares en el exterior, denominadas de manera eufemística “de mantenimiento de la paz”, cuando lo que están llevando a cabo en Afganistán es apoyo a una de las partes en una guerra civil; o en el océano Índico, donde protegen a los atuneros que expolian los caladeros frente a Somalia. Una partida a la que cada año se le asignan unos insuficientes 14,36 millones, que acaba el año superando los 850 millones y que es suplementada desde los Fondos de Contingencia, un cajón de sastre de donde se echa mano para ese pago. Otra fuente de ingresos es la generada por la venta de patrimonio público en manos de Defensa, que es uno de los mayores propietarios de patrimonio del Estado: cuarteles, viviendas, campos de tiro, bases e instalaciones diversas. En los últimos años se ha permitido la enajenación de dichas propiedades, lo que este año ha aportado 243 millones a las arcas de Defensa. Una cuantía que se destina, mayoritariamente, al pago de armamentos.
Estas modificaciones, que han suplementado el presupuesto de Defensa en 2.826,7 millones han supuesto un incremento, hasta septiembre de 2012, de un 27% respecto al presupuesto inicial, cuando, en boca del Gobierno, se había anunciado que disminuía un 8,8%. Una rebaja que se ha convertido en una estrepitoso engaño, pues hay recursos para suplementar el gasto de las fuerzas armadas pero no para gasto social o para el desarrollo de la economía productiva.
La previsión de pago del Ministerio de Defensa para el próximo año respecto de los controvertidos PEAs, de los cuales se adeudan nada más y nada menos que 32.000 millones, es de 6,84 millones. ¿Ocurrirá lo mismo que en 2012 y, avanzada la legislatura, se volverán a proporcionar más créditos extraordinarios para pagar las armas? La respuesta la ha dado el secretario de Defensa, Pedro Argüelles, ante la Comisión de Defensa del 8 de octubre, donde afirmó que no descartaba recurrir de nuevo a créditos para hacer frente al pago de esas armas. Se puede afirmar, por tanto, que la propuesta de disminuir un 6,7% el presupuesto de Defensa para el próximo 2013  (hasta 6.913,6 millones) es, sin ningún género de dudas, una falsedad.
Pero también hay una segunda cuestión que tiene que ver con la manera de contabilizar el gasto militar. La OTAN expone unos criterios sobre cómo los estados miembros deben presentar las cuentas. Y, siguiendo esos criterios, se debería tener presentes todos los gastos militares repartidos por otros ministerios, como las clases pasivas militares, la mutua militar, las contribuciones a organismos militares internacionales, el cuerpo militar de la GuardiaCivil y las ayudas en I+D militar del Ministerio de Industria. Entonces la cuantía se dobla y asciende a 13.708,3 millones. Si a ello se añade la parte proporcional de los intereses de la deuda de Defensa -que en su conjunto, y debido a la mala salud de la economía, aumentan de manera considerable- y se tienen en cuentas las aportaciones extraordinarias que se suman durante el ejercicio,  el gasto militar para el año 2013 superará los 16.000 millones de euros.
Los apologetas de la defensa armada esgrimen, como principal argumento del gasto militar, los enormes beneficios que reporta a la economía nacional la producción de armamentos por los efectos del trasvase de tecnologías en I+D a la producción de bienes civiles. Una especulación demostrada en contadísimos casos, cuando, al contrario, está demostrado que el gasto militar entorpece el crecimiento de la economía productiva, pues, como demuestran esos PEAs, genera endeudamiento y déficit público.
Los enormes recursos que absorben esos costosísimos programas de armamentos en la España del 25% de la población activa en paro no responden a las necesidades reales de seguridad de los españoles, sino al contrario, contribuyen a la inseguridad, destruyendo la economía real.

viernes, 19 de octubre de 2012

«TODO ESTÁ ATADO Y BIEN ATADO» DEL ÚLTIMO MENSAJE DE FRANCO. LA DESTRUCCIÓN POR LA MONARQUÍA FRANQUISTA DEL PUEBLO, SOMETIÉNDOLO A LA MISERIA, LA IGNORANCIA, LA HUMILLACIÓN, EL DESAHUCIO Y EL DESAMPARO, UTILIZANO COMO INSTRUMENTO DESTRUCTOR LOS PARTIDOS POLÍTICOS MONÁRQUICOS. 



Antes de cada proceso electoral todos los partidos políticos, con la complicidad de la monarquía, que deciden concurrir al mismo elaboran un programa electoral. En estos programas cada organización detalla las políticas que tiene previsto poner en práctica durante la siguiente legislatura. La elaboración de estos documentos puede ser más o menos transparente o participativa. Algunos partidos abren el proceso de elaboración de su programa a toda la ciudadanía y organizaciones sociales interesadas, otros partidos encomiendan esta tarea únicamente a sus militantes, y otros encargan esta misión a opacas fundaciones dependientes de sus propias estructuras organizativas.
A pesar de lo diferente de la elaboración de los programas electorales, en lo que todos los partidos políticos coinciden es en que estos programas deben ser un contrato o compromiso firme que adquieren las organizaciones con sus votantes y con toda la ciudadanía en general, ya que una vez que todas las organizaciones políticas monárquicas presentan sus programas, es la ciudadanía la que tras el estudio o revisión de los mismos decide otorgar su voto a uno u otro partido en base a la promesas que figuran en cada uno de ellos, que por cierto, ninguno reclama la DEMOCRACIA PLENA en la que se pueda elegir al presidente del país.
Por lo dicho en las líneas previas, se presume que una vez llegado un partido político al Gobierno está obligado legalmente a cumplir y poner en práctica todo lo que debidamente figure en su programa electoral. Haciendo una comparación bastante simple, cuando una persona particular adquiere un compromiso o firma un contrato con otro particular, cuando una de las partes incumple el citado compromiso, la parte damnificada acude a la Justicia, y esta sanciona debidamente a la parte incumplidora.
Pues bien, en la actualidad, el Gobierno del Partido Popular monárquico presidido por Mariano Rajoy esta estafando a toda la ciudadanía del Estado español. Desde que este señor obtuvo la presidencia del Gobierno únicamente se ha preocupado por incumplir todas y cada una de las promesas que figuraban en su programa electoral.
Durante los últimos meses del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, así como durante toda la campaña electoral, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Esteban González Pons y el resto de dirigentes del Partido Popular fueron los encargados de vociferar todas y cada una de las promesas electorales que ellos mismos incumplirían pocos meses después; no subir el IRPF, no subir la electricidad, no tocar ni las pensiones, ni la sanidad, ni la educación; no inyectar ni un solo céntimo a los bancos que no ofrecían liquidez a las familias, no abaratar el despido o no promover una amnistía fiscal.
Cuando ya parecía que era imposible incumplir una promesa electoral más, el monárquico señor Rajoy salió a hombros por la puerta grande de la mentira e incumplió de nuevo una de sus máximas promesas electorales: no subir el IVA. Durante toda la pasada campaña electoral los populares juraron y perjuraron que no subirían el IVA bajo ningún pretexto, juramentos que no tardaron en olvidar nada más llegar a la Moncloa. Y la Zarzuela aplaudiendo.
En el caso de la subida del IVA lo más grave de la cuestión no reside en el propio incumplimiento de la pertinente promesa electoral, sino en la burda hipocresía con la que los monárquicos populares han jugado con la población española. Tirando de hemeroteca nos acordamos de lo dicho por estos señores de la subida del IVA llevada a cabo por el Partido Socialista en julio del 2010. Toda la maquinaria mediática de los populares se afanó por cargar contra esta subida ya que la misma conllevaba más paro, menos consumo, menos bienestar, menos recuperación, menos economía, menos inversión, menos comercio, menos actividad, más recesión, menos negocio, menos ahorro y menos oportunidades (todo ello palabras textuales de la monárquica madrileña Esperanza Aguirre).
Estos señores tan faltos de memoria, que ponen en práctica las satánicas medidas que ellos mismos condenaban hace dos años, nos toman por estúpidos e intentan hacernos creer que hoy es necesario lo que ayer era un suicidio económico. Con la actual subida del IVA los populares únicamente van a lograr contraer más la economía y reducir más el consumo, así como estrangular más si cabe a las familias, autónomos y pequeñas empresas, las cuales se van a ver condenadas a la subida de precios y, por consiguiente, a la reducción de sus ventas.
¿Hasta cuándo vamos a permitir la ciudadanía que estos señores nos estafen incumpliendo de forma descarada todas y cada una de sus promesas electorales? En una presunta democracia del siglo XXI tendrían que existir herramientas o mecanismos democráticos que velasen por el cumplimiento de los programas electorales de los partidos políticos, y que a su vez sancionasen y expulsaran del gobierno a todo aquel que incumpliera la más mínima de sus promesas electorales.
Por todo ello, ante la continua prostitución del sistema imperante, y ante la demostrada inoperancia de PPSOE (los dos partidos políticos, monárquicos, cómplices del sistema bipartidista), se antoja imprescindible una rebelión democrática que haga frente a la guillotina social empleada por la monarquía y sus gobiernos monárquicos franquistas.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

LA FELONÍA DE JUAN CARLOS BORBÓN. SUS ASESINATOS. SUS DELITOS DE TODA LAYA Y COMO JEFE SUPREMO DE LAS FUERZAS ARMADAS, LA MAYOR INFAMIA A QUE SE PUEDE SOMETER A UN PUEBLO, COMO CÓMPLICES SUS GOBIERNOS MONÁRQUICOS Y LOS DEMÁS BORBONES CORRUPTOS DE SU FAMILIA.



Juan Carlos de Borbón empezó su infausta carrera, después de matar a su hermano de un certero disparo, poniéndose a disposición del dictador fascista y asesino que a la sazón aherrojaba España, colonias incluidas, con la pretensión de que le designara sucesor. Ninguna bajeza le fue ajena, incluida la felonía de ser proclamado rey por las Cortes fascistas mientras su padre, Juan III, vivía y no había abdicado, lo que le arrancó al cabo de los años. Mantuvo intacto el aparato de la dictadura y sus responsables, hasta que la presión popular e internacional le hizo imposible mantener la monarquía del 18 de julio. Juró los Principios Fundamentales del Movimiento, jamás ha jurado la Constitución.
Borboneó de inmediato intentando establecer un régimen semiautoritario, promovió golpes de Estado, y su fracaso le hizo prisionero de una voluntad democrática general que inteligentemente le presentó como un garante de la democracia que le atrapó en ese papel.
Vinieron unas décadas de envolverlo en un respeto basado en la continua intimidación, censura, y compra de periodistas y de políticos, facilitada ésta por el inmenso patrimonio que por comisiones y favores se dedicó Juan Carlos a amasar, no sin abandonar a la prisión a sus sucesivos colaboradores y encubridores según estallaban los escándalos que su corrupción generaba.
Todo empezó a torcerse en los últimos años, cuando internet imposibilita el círculo de silencio mediático y las fábulas que le protegían, a él, a su patrimonio y métodos de conseguirlo, a su vida personal y sexual, a su familia disfuncional, y a su insondable estupidez y maldad. Los documentos de los países extranjeros empiezan a desclasificarse, y nada puede hacerse para impedirlo. LA MONARQUÍA HA CAÍDO: ¡VIVA LA REPÚBLICA!.



lunes, 3 de septiembre de 2012

LAS ABERRACIONES Y DEMAGOGIAS DEL SISTEMA PENITENCIARIO DE ESTA MONARQUÍA CORRUPTA, DONDE MUEREN EN PRISIÓN UNA MEDIA ANUAL DE MÁS DE MIL DOSCIENTOS PENADOS, EN CONTRA DE LO ESTABLECIDO EN LA LEY.


Se suelen difundir, los medios monárquicos, varias creencias erróneas, pues no se apoyan en ninguna razón digna de tal nombre, sino en pasiones, acerca del carácter supuestamente blando de nuestras cárceles y de nuestro sistema jurídico penal. Entran por una puerta y salen por la otra, así como que las cárceles son hoteles, son tópicos que incomprensiblemente reinan en la sociedad española y sus medios de comunicación.
Cuando la crítica, absolutamente necesaria y bastante insuficiente, debería ir por otro lado. Es urgente una modernización de nuestro Derecho penal. Es descabellado que a las cárceles vayan masivamente los pobres, como en la monarquía  del siglo XIX, en tanto que los delitos más graves de carácter económico viven en una zona de descarada impunidad. Que los más de setenta mil penados y condenadas lo sean, sobre todo, por delitos de trapicheo de drogas, contra la salud pública y atentados contra la propiedad privada (hurtos, etcétera), y una generosa amnistía fiscal haya sido promovida recientemente por el actual Gobierno para defraudadores de Hacienda y blanqueadores de capital ilícito, son dos datos incontestables que hablan por sí solos.
El actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha anunciado la posibilidad de introducir en el sistema español la cadena perpetua o alguna medida similar, altas penas revisables, sabedor del eco que tienen entre el gran público sucesos como el caso Bretón y otros semejantes. Los partidarios de esas medidas acostumbran a sostener que en países como Alemania figura la condena a perpetuidad, de por vida. Bueno será recordar, una vez más, que el Tribunal Constitucional alemán ha obligado a revisar la cadena perpetua cada 15 años. Y la fecha límite no es casual, porque ese alto tribunal y la doctrina criminalista estiman que, después de quince años, se producen en el físico y en la psique del reo “daños irreversibles en su personalidad” y su “destrucción como ser social”. Tal y como, hace ya mucho tiempo, lo denunciara con brillantez el penalista Enrique Gimbernat ante la reforma del Código de 1995 por su incremento de los castigos de larga duración.
Entonces, ¿qué es lo que se pretende? Digámoslo con claridad: la destrucción del autor de crímenes horrendos. Pero en España no solamente está prohibida constitucionalmente la pena de muerte, sino también las penas inhumanas (art. 15 de la Constitución). Y la cadena perpetua, por las razones expuestas, tiene ese inequívoco carácter inhumano. Además, en España un recluso, en determinados supuestos, puede cumplir íntegramente hasta ¡40 años! de privación de libertad. ¿No es esto, ya, suficiente y hasta demasiado?
Con esas propuestas de endurecimiento, Gallardón pretende dar gusto al Partido del Talión, al del ojo por ojo, tan presente siempre entre las filas conservadoras. Pero el Estado de Derecho no está para ejecutar venganzas, sino para hacer justicia, con el máximo respeto a los derechos humanos, inclusive los del delincuente. Hace ya muchos años, en 1762, Beccaria sostuvo que el Estado no puede ponerse nunca a la altura moral del asesino u homicida y reprimir la muerte con otra muerte legal. La grandeza del Estado de Derecho es, precisamente, ésa: la de no tratar jamás al delincuente como éste trató a sus víctimas. La represión siempre dentro de la legalidad y la proporcionalidad, lo que quiere decir, el caso es de hoy, que el autor del repugnante secuestro de Ortega Lara no ha de esperar que se le haga lo mismo que él hizo, sino que puede aguardar el mismo tratamiento que el Reglamento penitenciario reserva para todos los reclusos que sean enfermos terminales.
Pero el incremento de las penas que promueve Gallardón tiene, por otro lado, demasiado sonido a lo que los alemanes llaman Derecho penal simbólico. Es decir, aquellas reformas legales que nada van a resolver realmente, pero permiten pescar con éxito en los revueltos ríos electorales.
Se nos suele presentar a los garantistas como ingenuos, cuando no como enfermos de “buenismo”. Pero no somos sino profundamente realistas, porque, ¿se ha creído alguien que medidas como las propuestas por Gallardón van a parar los pies, a disuadir del crimen, a un psicópata desalmado con propósito firme de delinquir? Seamos serios: es bien sabido que la pena capital en EEUU nunca hizo disminuir allí los crímenes sangrientos.